Dedicación y paciencia, ingredientes detrás de carreras de drones



1Dedicaciónypaciencia,ingredientesdetrásdecarrerasdedrones Ulises Ruiz Basurto|EFE|Participantes de la competencia de drones

Se necesita tener habilidad, curiosidad para aprender de forma autodidacta y, sobre todo, mucha paciencia ante las frecuentes frustraciones; ser piloto de drones no es tarea fácil, como demuestran quienes participan en las trepidantes competiciones de aeronaves no tripuladas.

Con su equipo de reparaciones, Jesús Zárate arregla los desperfectos de su dron antes de que comiencen las carreras que acoge Jalisco Campus Party, en la ciudad mexicana de Guadalajara, y en las que se enfrentarán 32 pilotos.

En las pruebas llevó "al límite" el control de velocidad y se le acabó quemando, explica este jalisciense llegado de Atotonilco, quien se muestra tranquilo porque cuenta con otros dos drones más idénticos.

Aunque profesionalmente se dedica a la administración de empresas, desde pequeño se aficionó a los aviones de control remoto, y construirlos ya era "la mitad de la diversión".

Mas adelante, a través de "mucha investigación en internet" aprendió a armar drones y aspectos técnicos como "qué motores tienes que comprar, qué transmisor de vídeo, qué cámara", señala Jesús, quien dice que dedica entre 15 % y 20 % de sus ingresos en este 'hobby'.

Y es que ser piloto de drones lleva ligado un desembolso económico considerable, porque tienen que estar constantemente reparando y perfeccionando unos artilugios delicados y que sufren constantes choques y averías aparentemente inexplicables.

Muchos de los pilotos comienzan con simuladores para aprender a manejar los drones, lo cual requiere su técnica. A diferencia de los comerciales, los artefactos creados por estas personas no cuentan con tantos sensores que ayuden a controlar la ubicación, por lo que todo queda por completo en las manos del piloto.

En la pista de competición de Jalisco Campus Party, algunos asistentes sin experiencia en este ámbito hacen fila para hacer despegar un dron y volarlo durante unos minutos.

Mientras que algunos no consiguen levantarlo del suelo o lo acercan peligrosamente al techo, la mayoría de participantes pierden el control de la aeronave y esta acaba su trayecto en el extremo opuesto de la pista.

Para las carreras, en las que se alcanzan velocidades de 160 kilómetros por hora en recintos grandes, los pilotos cuentan con un control en el que ven las imágenes que va transmitiendo el dron, las cuales también ven de manera directa gracias a unas lentes que se asemejan a las de realidad virtual.

Con ellas, los pilotos se sumergen de lleno en lo que está ocurriendo con su aeronave: "Prácticamente vamos arriba del dron", apunta Jesús, cuyas gafas tienen un ángulo de 170 grados que le permiten ver si algún oponente se le acerca o cruza en mitad de la carrera.

Ángela Jaques, otra de las competidoras, señala que el camino para ser piloto, al que se suman muchos amantes de los deportes extremos, puede llegar a ser "frustrante".

Explica que primero "pasas por una parte en la que estás muy emocionado", pero luego llega el "estrés".

"Va haber ocasiones en las que no sepas por qué no funciona, eso pasa muchísimo (...) hay que hacer las paces con el hecho de que algunas cosas se van a descomponer", comenta.

Además de competidora, Ángela también forma parte de la organización de las carreras, porque estas actividades son "muy nuevas" -apenas tienen un par de años- y todavía no hay gente de fuera de este mundo que esté interesada en encargarse de la logística.

Esta geógrafa del estado de Sonora enseña el dron que trabaja junto con su compañero, al que ha agregado un protector creado con impresora 3D para que sea más resistente.

Queda poco para que empiecen las rondas eliminatorias, para las cuales, como en otras carreras, optará por seguir un método que califica como "inmersivo". Normalmente vuela con audífonos, para que la música le ayude a enfocarse solo en la competición.

"Y ya aprendí a relajarme, eso me ha ayudado muchísimo; nada más me concentro en hacerlo bien y si me caigo, me caigo, y si choco, choco, no pasa nada", dice con una amplia sonrisa.










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