En los bellos parajes naturales de los que goza América Latina habitan comunidades indígenas que preservan su cultura ancestral, a la que algunos turistas se aproximan buscando una transformación interna que suscite comportamientos respetuosos con la naturaleza y el medioambiente.
Este denominado turismo sostenible tiene un impacto positivo en el entorno natural puesto que no lo sobrecarga y ayuda a preservar la cultura y el medio en que viven los pobladores, castigados por la urbanización masiva y el empobrecimiento de los ecosistemas que genera el turismo convencional.
El especialista Rodolfo Salinas, fundador de "Natoure", una aplicación móvil que promueve el turismo sostenible, contó a Baja Press que a la hora de viajar es importante tomar conciencia, saber cuál es "la carga natural" de un lugar; esto es, su capacidad de resistencia a la actividad humana sin que depaupere su riqueza natural.
"Entendemos por turismo sostenible un turismo que con el tiempo mantiene las condiciones biofísicas del lugar para que otros viajeros disfruten luego de la cultura y los servicios", explicó.
El turismo masivo precisamente tiende a lo contrario, sobreexplotar los recursos de los destinos, mermando su carga natural y "condenando el lugar".
Cuando los viajeros toman su maleta y se disponen a conocer otro lugar del mundo, tienen que tener claro que su tipo de vivencia desprende una "descarga biológica" que, si no se realiza de forma responsable, puede ser perjudicial.
"Lo que divide al turismo es la interacción que tienes con el medio natural", expresó el especialista, quien lamentó que en México los visitantes se concentran en "el 15 % de los destinos", seducidos por el turismo de todo incluido, de la comodidad y el descanso; un turismo de masas que solo tiene en cuenta las leyes del libre mercado, no las naturales.
Esto provoca que "estos lugares queden con masivos impactos al medioambiente cuando termina el periodo vacacional".
El turismo ecológico, un tipo de turismo sostenible, encuentra su virtud en el intercambio de culturas realizado en medio de la naturaleza, entre el zumbar de los insectos y las siluetas de las hojas de los árboles atravesadas por el sol.
Este tipo de viajes se caracterizan también por grupos reducidos, de unas 20 personas "habitualmente de clase media alta" que consumen productos locales, realizan actividades tradicionales y acampan al raso, bajo un cielo cerrado o salpicado de estrellas.
Uno de los lugares que alberga este tipo de turismo en México es el Área Natural Protegida (ANP) de Xochimilco, donde tradicionalmente se cultivaba en las chinampas la comida que abastecía a los antiguos mexicas que habitaban Tenochtitlan, donde hoy día se asienta la capital mexicana.
Las chinampas son pequeñas extensiones de tierra con forma rectangular que se erigen en medio de los canales y en las que, al día de hoy, siguiendo una tradición de mil años de antigüedad, todavía se practica agricultura orgánica.
Los viajeros amantes de la naturaleza se suben a una canoa guiados por los nativos y cruzan los laberínticos y verdosos canales hasta llegar a lo más profundo, al corazón de la chinampa.
Felipe Barrera, agricultor y miembro de la comunidad "Chinampayolo", explicó a Baja Press que los turistas los visitan que buscan "conocer otros universos, otros mundos que si no se cuidan se pueden perder".
"Ver cómo se despeja la neblina" o reforestar una extensión de tierra son cosas que enriquecen la experiencia de los visitantes, así como el diálogo con los miembros de la comunidad, intercambiando puntos de vista sobre el más vasto bien común: la naturaleza.
Para Barrera, la mayor enseñanza que pueden llevarse los visitantes es "la obligación de todo ser humano de defender la vida", la que habita en cada extensión de tierra.
El disfrute de la experiencia reside pues en observar la cotidianeidad de los pobladores y realizar actividades como la extracción de materia orgánica del río -en el que lleva reposando miles de años- y mezclarla con las propias manos en la tierra, húmeda, viva y oscura de la chinampa.
Salinas concluyó expresando su convicción de que este tipo de turismo tiene la capacidad de generar un eco en las acciones cotidianas una vez que los turistas vuelven a sus hogares, habiendo adquirido una conciencia sobre el uso de los recursos naturales.
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