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Los pasos perdidos

Edgar Laponte | | México

Junio, 2017

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La madre de todos los parlamentos es el nombre con el que se conoce al parlamento de Inglaterra, probablemente por ser unos de los más antiguos del mundo y por su apego a la verdad. El llamado Gran Consejo, establecido hace casi mil años (1066 d.C.), proviene de una amp-adtitución política todavía más antigua llamada Witanagemot (600 d.C.) -del inglés antiguo- que significa asamblea de hombres sabios. El parlamento, se formó con la intensión de estudiar leyes y aconsejar al Monarca para la adecuada implementación y toma de decisiones.

 

El Palacio de Westmamp-adter distinguido por el      Big Ben, es conocido por todos como El Parlamento, y es catalogado patrimonio histórico de la humanidad. El edificio por sí mismo posee en su esencia el alma de Inglaterra; la asamblea, fundamenta su principal atributo en La Verdad, y la verdad -decía Pitágoras- es el Alma de Dios.

 

Para muchos resulta difícil definir la verdad. Según la mitología romana, Veritas (verdad en latín) es el nombre propio de la diosa hija de Saturno dios del tiempo y madre de Virtus diosa de la virtud. Por tanto, la verdad es aquello que sucede entre el tiempo y la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral.

 

Se dice que, durante los hechos que se consideran históricos, nunca existió un notario que diera fe de los sucesos y diálogos ocurridos, sin embargo, la historia se convierte con el paso del tiempo en la cultura y la personalidad de un país.

 

Cuando las recopilaciones de los sucesos históricos son de escasa calidad, se va distorsionando la realidad, dando lugar a mitos y leyendas que deforman hechos e intenciones como realmente sucedieron. Lo grave de la situación, es que el futuro de una nación se construye permanentemente con base en hechos, y mientas menos calidad tengan, más incierto y distorsionado será el futuro de cualquier nación. 

 

Imagine a un médico que debe concluir un tratamiento para mejorar la salud y calidad de vida de un paciente, y dicho tratamiento, tiene como base un historial clínico con incertidumbre en la fuente de información, con ausencia en la calidad de los estudios clínicos y referencias de testigos que no presenciaron las sintomatologías del paciente.

 

La Verdad entonces toma una gran importancia, se convierte en el cimiento principal del adecuado diagnóstico para plantear y delinear el proyecto que pueda mejorar el futuro de una nación.

 

En una nación, la verdad se encuentra en los datos históricos imparciales que permiten la reflexión y el reconocimiento de los errores cometidos por malas decisiones tomadas con base en la mala calidad histórica, establecida por personajes inconscientes talvez de la repercusión ocasionada hacia la eternidad.

 

Un país carente de análisis de sucesos y emisión de juicios, se convertirá en un país amorfo y sin rumbo, que se dirige hacia ningún lugar. Una nación que procura la investigación profunda (histórica) construye los cimientos de la verdad misma para engrandecer su destino.

 

En el libro titulado El sueño inconcluso de Émile Bénard, destacado arquitecto francés, egresado de la Escuela de Bellas Artes de París y ganador del Premio di Roma en 1867, se resume la obra, diseño, arte y pensamiento del proyectista galo, comisionado en 1896 por el entonces presidente Porfirio Díaz, para realizar la edificación del Palacio Legislativo de la Nación Mexicana.

 

El Parlamento Mexicano, habría sido un edificio majestuoso, se dice comparable únicamente con el edificio del Parlamento Országház de Budapest, una de las construcciones más representativas de Hungría y una de los más imponentes de Europa.

 

 

La esplendorosa arquitectura del Parlamento Mexicano, reunía características amp-aduperables donde sobresalía, además, el hecho de reunir por primera ocasión en la historia de México las dos cámaras legislativas bajo un mismo espacio; evento que hasta la fecha nunca ha sucedido y que simbolizaría una magnífica contribución para el país.

 

Al vestíbulo principal del Parlamento se le denominó El Gran Salón de los Pasos Perdidos.  Este es el nombre que se da a la antesala de un templo, que conduce y evoca a la charla amena mientras se espera el momento solemne para ingresar a otra sala aún más sagrada.

Palacio Legislativo de la Nación Mexicana.
Proyecto Arq. Émile Bénard, 1896.

 

Algunos de los principales parlamentos del mundo cuentan con un vestíbulo previo a los salones del pleno que se les denomina con el mismo nombre, salón de los pasos perdidos, donde la concurrencia y conversación agradable entre miembros bicamerales, permite intercambiar información y compartir ideales para pensar y trazar soluciones que amp-adpiren en beneficios para el futuro de la humanidad.

 

La importancia de poder convivir congresistas bicamerales dentro de una sola construcción, simboliza para los representantes legislativos encontrarse intrínsecamente de La Casa de la Nación, dando vida en su conjunto al Alma de la Nación.

 

 

El significado de encontrarse física y mentalmente formando parte del alma de la nación, compromete a cualquier ser humano a conducirse en la verdad y la verdad, como decía Pitágoras, es el Alma de Dios.

 

Es indudable que la verdad, como atributo en las acciones de un parlamentario resulta elemental.

 

La controversia entre herencia y ambiente para determinar la genética de la conducta humana, ha marcado gran parte del debate en la historia de la psicología durante el siglo XX. Las aportaciones más interesantes de la genética de la conducta tienen que ver con el estudio del ambiente y no con el estudio de las herencias. La inteligencia, así como ciertos rasgos de la personalidad se encuentran completamente abiertos a la modificación como consecuencia de la intervención de factores ambientales.

 

La decisión de construir la Casa de la Nación mexicana pudo ser el gran parteaguas en la vida de México. La transcendental obra fue desechada al basurero de la historia por el simple hecho de ser concebida durante el porfiriato. La obra yace abandonada y enterrada en un gran sepulcro que hoy se conoce como el monumento al triunfo de la Revolución Mexicana.

 

   "Una nación que olvida su pasado no tiene futuro” Sir Wamp-adton Churchill

 


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