Quedan unas cuantas horas para que empiece la campaña electoral y tres meses para la elección presidencial, y en estos tiempos de precampaña e intercampaña, ocurrencias barrocas del INE, la ventaja de Andrés Manuel López Obrador lejos de ir menguando (a pesar de los miles de dardos lanzados en su contra), se va consolidando y llegará en abril con una ventaja de 18 puntos frente a sus competidores.
Ya perdieron sentido los ataques de que era un peligro para México, quería hacer de nuestro país una segunda Venezuela, que lo estaban ayudando los rusos y que sus puntos de vista- o puntadas, dicen algunos- llevarán al caos a los aztecas. Y seguramente en los días siguientes aparecerán algunas cuestiones nuevas, tal vez con gran jiribilla, aunque al parecer la serenidad de Andrés es ahora mayor, como lo demostró en la encerrona que se dio con varios periodistas de Milenio, más Jesús Silva Herzog Márquez; por cierto, al principal denigrador de López Obrador en dicho informativo no lo invitaron: Ricardo Alemán, quien confunde terriblemente las cosas, ya que dijo en un artículo (27 de marzo, Milenio) que los intelectuales de los años 70 gritaban: “Echeverría o el caos” (sic ordenado), en realidad decían: “Echeverría o el fascismo”. En fin.
Como apuntan algunos medios: las cifras de varias encuestas sitúan a López Obrador entre 27 y 40 por ciento de intenciones en el voto; a Ricardo Anaya, entre 21 y 24 por ciento y a José Antonio Meade, entre el 15 y el 24 por ciento. Agregan, pero si sale alguno de los dos últimos de la pelea, quien seguramente captará los votos mayoritarios del que se retire, será Andrés Manuel. Y según Bloomberg, mientras el primero ya alcanzó más de 40 por ciento, los demás oscilan en cada momento. Una situación como no existía hace seis ni doce años para que llegue alguien ajeno al PRI y al PAN a la Silla Embrujada.
Frente a ello, quien dijo que no se metería para nada a la campaña electoral, Enrique Peña Nieto, hace todos los días esfuerzos supremos para querer demostrar algo inconcebible: que realizó un buen gobierno y le tienen que aplaudir sus diversas acciones. Pero ya sabemos que el atlacomulca no tiene más que 20 por ciento (en el mejor de los casos) de aceptación entre la población.
Hay tres acontecimientos recientes que muestran su régimen fallido.
Uno, la inseguridad es cada vez más preocupante. Muertos y balaceras en Guerrero. Estado manejado por los narcos en Tamaulipas- hay que recordar, con pena, que el propio ejecutivo suspendió una gira a dicha entidad. Movilizaciones amplias en Jalisco por el secuestro de tres estudiantes de cine. Puebla convertido en un sitio donde el robo y el huachicoleo son de uso corriente. Y hasta en la Ciudad de México, no obstante las detenciones de aparente capos de la mariguana, los atracos y las extorsiones están a la orden del día.
La reforma energética, por ejemplo, triunfa en los concursos para ver quién invierte en aguas profundas, llevándose las palmas los consorcios internacionales; aunque el precio de los combustibles va para arriba, la producción de crudo desciende como nunca y los despidos en Pemex continúan a pesar de que la propaganda televisiva quiere engañar que vamos por la ruta correcta.
La economía va en aumento… pero en el precio de los productos básicos. Algunos ya de lujo como el aguacate, el limón o la cebolla; no se diga las frutas.
Así pues, cuentas pendientes de una administración que ha hecho mucha propaganda: gastará más de 60 mil millones de pesos al término del sexenio, y nos deja con una deuda externa que pasó del 10.3 por ciento del PIB en 2012 al 17. 6 por ciento en 2017: 193, 981 mdd; todo sin que tengamos satisfacción en los hogares mexicanos.
La muy escondida por sus transas en los puestos que ha ocupado, Rosario Robles, luego de repartir apoyos a montones para captar el voto rural, dijo: es terrible que a seis meses del sismo no haya reconstrucción de hogares en muchas partes de la República (Reforma, 27 de marzo). Quizás en Los Pinos dijeron: mejor ocúpate Rosario y no des noticias que seguirán desfondando a Pepe Meade y dejarán lastimado a uno de los principales activos de Ricardo Anaya, Miguel Ángel Mancera.
@jamelendez44
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