La inusual e intensa actividad diplomática de Corea del Norte, que quedó patente hoy con la confirmación de la visita del líder Kim Jong-un a China, supone un punto y aparte en el profundo aislamiento del régimen de Pyongyang.
Las imágenes del líder norcoreano y el presidente chino, Xi Jinping, posando juntos en Pekín, cierran un periodo de enfriamiento en las relaciones entre los dos vecinos e históricos aliados, pero también suponen el estreno de Kim en la escena internacional.
La visita sorpresa se produjo antes de que el dictador norcoreano se reúna con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, en la frontera entre los dos países en abril y de que se celebre la esperada cumbre entre el líder norcoreano y el presidente de EE.UU., Donald Trump, prevista para mayo.
Desde que llegó al poder con menos de 30 años en diciembre de 2011, Kim no había salido que se sepa de Corea del Norte, y ni siquiera ha recibido la visita de algún jefe de Estado, lo que pone de manifiesto el enorme aislamiento del régimen.
Esta ausencia de viajes y contactos con el exterior contrasta con la actividad internacional de los anteriores líderes.
Mientras su padre, Kim Jong-il, viajó en numerosas ocasiones a Rusia y China en tren por su miedo a volar, su abuelo, Kim Il-sung, visitó diversos países en todos los continentes y se reunió con multitud de mandatarios durante sus casi cinco décadas en el poder.
A pesar de haber sido calificada de "no oficial" y haber estado rodeada de un enorme secretismo, la visita de esta semana a China, que comenzó el domingo y finalizó hoy contando el tiempo de los desplazamientos en tren, ha sido de una enorme importancia.
El líder estuvo acompañado por su esposa, Ri Sol-ju, y una amplia delegación entre los que se encontraba el número dos del régimen, Choe Ryong-hae, y el ministro de Exteriores, Ri Yong-ho, según detalló la agencia norcoreana KCNA.
En su estancia en Pekín, Kim además quiso lanzar un mensaje conciliador y dialogante, en línea con la nueva actitud del régimen que ha pasado de amenazar al mundo con sus misiles a celebrar cumbres históricas y ofrecer la opción de su desarme nuclear.
"Nuestra posición constante es estar comprometidos con la desnuclearización de la península", aseguró el líder durante sus reuniones con el presidente chino.
El tercer miembro de la dinastía Kim, que insistió en sus "esfuerzos con buena voluntad" para conseguir la paz, invitó además a Xi a Pyongyang, propuesta que fue aceptada por el presidente chino.
Mientras, el canciller norcoreano tiene prevista el mes que viene una visita a Moscú- el otro aliado histórico de Pyongyang-, lo que podría desencadenar la celebración también de un cumbre con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Este periodo de apertura llega después de que Corea del Norte haya vivido una de sus periodos de mayor aislamiento y confrontación por sus repetidas pruebas de misiles y nucleares que han desencadenado la condena internacional y duras sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump a principios de 2017 y sus amenazas de atacar Corea del Norte marcaron el punto álgido de tensión entre el régimen estalinista y la comunidad internacional.
Todo empezó a cambiar con el mensaje de Año Nuevo del líder, en el que tendió la mano a Seúl para un acercamiento y propuso la participación del país en los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang, que se celebraron en territorio surcoreano en febrero y fueron escenario de un histórico deshielo entre los dos países.
En una hábil maniobra de relaciones públicas, Kim envió a la inauguración del evento deportivo a su hermana, KimYo-jong, que se convirtió en el primer miembro de la dinastía en visitar el Sur y que aprovechó para invitar al presidente surcoreano a reunirse con el líder supremo, lo que aceleró toda la actividad diplomática posterior.
Los líderes del Norte y del Sur se reunirán en abril por primera vez en 11 años, una cumbre que se empezará a ultimar mañana con un encuentro en la zona fronteriza entre delegaciones de los dos países.
Por su parte, Washington y Pyongyang intentan hacer realidad la que sería la primera cumbre de la historia entre un líder norcoreano y un presidente de EE.UU., que en principio tiene previsto celebrarse en mayo sin que todavía se haya decidido donde.
Kim Jong-un ha pasado en menos de dos meses de ser un apestado para la comunidad internacional a un interlocutor valido para los líderes mundiales que quieren tener alguna influencia en la región.
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