Los contagios de COVID-19 bajan en China, vigilante ante los casos importados



Coronavirus365_China ROMAN PILIPEY|EFE/EPA|Las personas que usan mascarillas protectoras usan sus teléfonos en una calle, en Beijing, China.

El número de casos de coronavirus "importados" a China superó este sábado por primera vez el de contagios locales, según la Comisión Nacional de Salud china, que en su último recuento contabilizó 7 nuevos casos procedentes de otros países y 4 domésticos, en la provincia de Hubei, donde se originó el brote.

Las autoridades sanitarias chinas informaron de que, hasta la fecha, se han detectado 95 casos que Pekín denomina "importados": pacientes diagnosticados en China llegados de otras partes del planeta, donde el virus se va propagando, con focos sobre todo en Japón, Corea del Sur, Irán o Italia y, en menor medida, países como España, Francia o Alemania.

De los últimos 7 casos de este tipo, 4 se detectaron en la ciudad de Shanghái, 2 en la provincia occidental de Gansu y el otro en la capital china, Pekín.

La Comisión Municipal de Salud de Shanghái especificó que tres de sus casos son ciudadanos chinos que volaron a la ciudad desde Italia -con parada en Moscú- el pasado jueves, mientras que el cuarto es un ciudadano italiano que lo hizo a Shanghái haciendo escala en París.


La preocupación por el rebote de casos llegados del exterior es palpable en China hasta el punto de que uno de sus medios oficialistas, el periódico Global Times, denunciaba anoche que "algunos países deberían tomarse más en serio" la epidemia.

"Muchos países bajaron la guardia desde el principio, sin tomar precauciones ante la posibilidad de que el brote pudiera extenderse a sus países. Italia canceló todos sus vuelos directos a China. Creyó que esa medida sería efectiva y se relajó a pesar de que el virus podía propagarse igualmente", comenta el rotativo.

Según este periódico, algunos gobiernos, en velada crítica a Estados Unidos, "no han jugado un papel decisivo" en la lucha contra el virus por "consideraciones económicas y políticas".

"Ha sido la opinión pública de algunos países europeos la que ha configurado la estrategia de sus gobiernos. Los virus no tienen fronteras", remata el medio, que pide "formar un frente unido contra la epidemia, excluyendo intereses geopolíticos".

Entretanto, el presidente chino, Xi Jinping, ofreció hoy consuelo a su homólogo italiano, Sergio Mattarella, por el elevado número de casos en el país europeo durante una conversación telefónica en la que ofreció sus condolencias, informó la cadena estatal CCTV.


MENOS CONTAGIOS LOCALES

Por otra parte, el virus causó hoy 13 nuevos fallecidos en China por COVID-19 frente a los 7 registrados la jornada anterior.

Los fallecidos en China suman ahora 3.189, mientras que el número de infectados detectados alcanza las 80.824 personas.

La comisión destacó esta jornada el hecho de que en toda la provincia de Hubei, incluyendo su capital, Wuhan, no se detectó ningún nuevo caso sospechoso durante las últimas 24 horas.

La tendencia a la baja de nuevos infectados llevó el pasado jueves a las autoridades sanitarias chinas a declarar que el pico de transmisiones había llegado a su fin en el país asiático, aunque recalcó que no se debía bajar la guardia.

Y, aunque el Gobierno intenta poco a poco que se recupere la actividad, lo cierto es que la gran mayoría de las drásticas medidas impuestas para contener la epidemia siguen en vigor en el país, que ha reforzado los controles en aeropuertos y estaciones de ferrocarril para evitar los casos procedentes del exterior.

Wuhan, de 11 millones de habitantes, continúa en cuarentena, y las grandes ciudades mantienen los estrictos controles en viviendas y lugares públicos, en las entradas de los locales comerciales o en los escasos restaurantes abiertos.

Sin embargo, el Museo de Shanghái reabrió este sábado sus puertas bajo estrictas medidas de seguridad y las autoridades de la ciudad anunciaron que se están preparando para reabrir sus parques públicos antes del 20 de marzo.

No obstante, la urbe extremará precauciones y suspenderá funerales y otros actos públicos relacionados con el tradicional Festival de Barrer las Tumbas, llamado "Qingming" en mandarín, que este año cae el 4 de abril.


NUEVO RIFIRRAFE CON EE.UU.

Mientras, el Gobierno chino continúa con su particular operación de lavado de imagen: si bien cuando comenzó la epidemia las autoridades aseguraban que su origen era lo de menos, después comenzaron a escucharse voces exculpatorias como la del neumólogo chino Zhong Nanshan, quien afirmó que, pese a propagarse masivamente en Wuhan, "no podía determinarse" dónde había comenzado el brote.

Y pese a que desde el pasado 1 de marzo entró en vigor una nueva legislación para regular el ciberespacio que convirtió la difusión de rumores en un delito, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Zhao Lijian tuiteó anoche que "podría haber sido el ejército estadounidense quien llevase la epidemia a Wuhan".

Su comentario ha llevado hoy al Departamento de Estado estadounidense a llamar a consultas al embajador chino en EE.UU., Cui Tiankai, iniciando un nuevo rifirrafe entre los dos países.

La gestión del brote en sus primeros días, cuando varios médicos chinos fueron silenciados por advertir de que la enfermedad que padecían los primeros pacientes era un coronavirus, provocó cientos de críticas y hoy el diario hongkonés South China Morning Post exhorta al Gobierno chino que "la gente se merece saber la verdad".

"Una comisión especial que investigue qué ocurrió cuando surgió el brote podría restaurar cierta confianza del público en el Gobierno", asegura uno de los editorialistas del diario privado.

El periódico publicó el viernes que el primer caso de coronavirus se remonta al 17 de noviembre y que las autoridades chinas tenían identificadas al menos a 266 personas infectadas con el virus para finales de 2019, mientras que el 1 de enero de 2020 sumaban ya 381 contagiados.

No obstante, la Comisión de Salud Municipal de Wuhan no informó del primer caso hasta el 5 de enero, precisando que se diagnosticó el 12 de diciembre.

El 28 de enero, el alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang reconoció que su gobierno tardó demasiado en revelar la información disponible sobre el brote, debido, según él, a que necesitaban la aprobación de instancias superiores para hacerla pública.










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