Agresividad de EE.UU. obliga a retrasar la renegociación del TLCAN hasta 2018



Agresividad de EE.UU. obliga a retrasar la renegociación del TLCAN hasta 2018 Lenin Nolly|EFE|(i-d) La ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland; el representante de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer, y el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, hablan sobre los resultados de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante una rueda de prensa celebrada hoy, martes 17 de octubre de 2017, en Washington, DC.

La agresiva retórica de EE.UU. y la negativa de Canadá y México a dar marcha atrás forzaron hoy a las tres partes a darse un mes para "refrescar" propuestas y continuar en el primer trimestre de 2018 la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

"Las nuevas propuestas han creado desafíos y los ministros discutieron las significativas diferencias conceptuales (...). Rondas adicionales de negociación se establecerán para el primer trimestre de 2018", admitió un comunicado conjunto leído hoy por el representante de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer, al término de la cuarta ronda de conversación en Washington.

De este modo, se confirma que no habrá texto consensuado para finales de este año, como habían dicho los tres equipos negociadores en un principio, y uno de los compromisos expresados al principio de la renegociación.

 



Las próximas conversaciones, lideradas por Lighthizer; el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo; y la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland, tendrán lugar entre el 17 y el 21 de noviembre en Ciudad de México.

El objetivo, subrayó el documento, "es mantener un mayor periodo de tiempo entre sesiones antes de la próxima ronda para evaluar las propuestas" y "explorar modos creativos de salvar estas diferencias".

Los diferentes tonos en la comparecencia conjunta de los tres jefes negociadores tras siete días de conversaciones en Arlington (Virginia), a las afueras de Washington, mostró bien a las claras que los obstáculos y los asuntos espinosos han comenzado a tratarse.

Entre las sorprendentes exigencias de Washington, sobresale la de aumentar la cuota de productos fabricados en EE.UU., especialmente en el sector del automóvil y una de las piezas claves del pacto comercial; y la cláusula "sunset", que obligaría a revisar el tratado cada cinco años y haría que quedara suspendido si alguno de sus tres miembros no estuviera de acuerdo en extenderlo.

 



En rueda de prensa individual, Guajardo subrayó que el agresivo tono de EE.UU. "es una estrategia de negociación" y negó que las rondas adicionales en 2018 supongan que el fin del pacto está más cerca.

No obstante, afirmó que, por ejemplo, para México la cláusula "sunset" supone la "muerte súbita" del pacto comercial, en vigor desde 1994.

Por su parte, Lighthizer criticó la "intransigencia" de México y Canadá a la hora de encarar las propuestas de Washington que buscan, a su juicio, reequilibrar el comercio trilateral.

"Nuestros socios son reticentes a dejar ventajas injustas", dijo el jefe negociador estadounidense.


El representante de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer | EFE

Preguntado por la contundencia de las declaraciones del jefe negociador estadounidense, Guajardo replicó que lo que para Lighthizer "es intransigencia para nosotros es sensatez".

Más conciliadora fue la ministra canadiense, al afirmar que todavía es "alcanzable la meta" de un acuerdo beneficioso para las tres partes.

"Aunque eso -recalcó Freeland- no se podrá lograr con una actitud de que el ganador se lo lleva todo", en referencia poco velada a la postura estadounidense.

México y Canadá consideran el TLCAN como un éxito de integración regional que ha permitido mantener la competitividad ante un mundo cada vez más globalizado y el creciente peso económico de Asia.

En 1993, el comercio entre los tres países representaba 290.000 millones de dólares, y en 2016, fue de 1,1 billones de dólares.

Las renegociación del TLCAN, en vigor desde 1994, comenzó en agosto impulsada por el presidente, Donald Trump, que lo considera un "desastre" e injusto para las empresas y empleos estadounidenses, a la par que ha amenazado en varios ocasiones con finalizarlo de manera unilateral.










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