Mujeres de Quintana Roo mantienen la tradición del bordado maya en México



mujeres-de-quintana-roo-mantienen-la-tradicion-del-bordado-maya-en-mexico Lourdes Cruz|EFE|La indígena maya, Neidy Hernández Segovia, trabaja en sus bordados este jueves 14 de marzo de 2019, en su casa de la ciudad de José María Morelos (México).

En la zona maya del estado de Quintana Roo, sureste de México, una mujer crea auténticas obras de arte bordadas con punto de cruz, un popular bordado en el que usan puntadas cuya forma final es una equis, las cuales espera comercializar en la boyante zona turística de Cancún.

Neidy Hernández Segovia, Doña Neidy, como la conocen sus vecinos, vive en la comunidad rural de José María Morelos, ubicada en el corazón de la zona maya de Quintana Roo, en los límites con lo estados de Yucatán y Campeche.

En su casa, Neidy tiene una peculiar área de trabajo, el comedor familiar, el cual transforma en una especie de taller apenas se levantan los platos del desayuno.

A la hora de diseñar y trabajar, la mujer es versátil ya que hace desde vestidos, ropones para bautizos y ropa de bebé, pero su verdadera pasión es bordar cuadros de punto de cruz, o "xooc chuy", como se le conoce en lengua maya y que le llevan de tres a cuatro años terminarlos.

Durante algunos años "fabricó" los tradicionales hipiles bordados que caracterizan la indumentaria tradicional de las comunidades indígenas mayas, pero después optó por probar suerte con cosas diferentes a las que se ofrecen localmente.

Vistos desde lejos los cuadros dan la impresión de ser pinturas al óleo y es necesario acercarse para poder apreciar los detalles y descubrir que en realidad son cuadros bordados. Detrás de cada uno hay muchas historias.

La mujer elige un cuadro y cuenta que en él trabajó cuatro años, es un cuadro que atesora su tristeza y que comenzó cuando su padre estaba grave en el hospital, entonces ella lo cuidaba y para pasar el tiempo trabajaba en el cuadro.
"Para distraerme me ponía a bordarlo y mientras mi padre descansaba yo lo trabajaba. Cada cuadro significa mucho para mí, me distrae, me desestresa y me sirve como terapia", explica.

El tiempo que tarda en terminar un cuadro incluye las largas jornadas de trabajo que implica bordar con la técnica de "hilo contado", con la cual hay que ir contando cuadro por cuadro cada puntada ya que no se pueden hacer dibujos sobre la tela, además de las dificultades para conseguir la materia prima para hacerlos.

"Sólo tengo contado, más o menos, lo que va a abarcar el cuadro y yo voy contando y voy 'sacando' la figura, voy contando y lo voy plasmando", explicó.

De acuerdo con información de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), las mujeres mayas aprenden a bordar sus propios hipiles desde muy pequeñas y utilizan diferentes técnicas.

Aunque el punto de cruz fue introducido por los españoles desde la época de la conquista, hay vestigios textiles recuperados en cenotes como el de la zona arqueológica de Chichén Itzá que demuestra que técnicas como la de "chuy k'ab", otro bordado de puntos, practicado por las mujeres prehispánicas.

Según la UADY "no hay un solo pueblo en toda la zona maya donde no se practique el bordado".

La modernidad y el uso de las máquinas de coser dieron un gran impulso al bordado maya y lo que antes era una actividad para el consumo personal, poco a poco se convirtió en un producto comercial, que ayuda a la economía familiar.
Actualmente la calidad del trabajo que realizan las mujeres de la zona maya es reconocida y requerida y prueba de ello es que cada vez son más los talleres de bordado integrados sólo por mujeres que se dedican a la actividad textil, prácticamente de forma profesional.

En comunidades rurales como Kimbilá, ubicada muy cerca de Izamal, en Yucatán, la principal actividad económica está relacionada con la venta de ropa tradicional bordada y con diseños estilizados que se basan también en los hipiles y la ropa de uso diario.

En 2017 el diseñador francés Christian Louboutin lanzó la colección de bolsas "Mexicaba", cuyos diseños fueron bordados por mujeres de la comunidad yucateca de Maxcanú.

Pese a la polémica que rodeó la colección al darse a conocer que se pagaron un promedio de 235 pesos (uno 12 dólares) por cada uno de los bordados en los bolsos que salieron a la venta en 1,500 dólares, esa situación fue vista de forma favorable en los talleres de bordado y para personas como Doña Neidy.

Para ella este es un ejemplo de que el bordado maya se mantiene vigente y que abre una pequeña posibilidad de tener acceso a materiales difíciles de encontrar como los hilos, con un gama especial de colores que únicamente encuentra en las ciudades de Mérida o Cancún al igual que el tipo de tela que necesita para plasmar su trabajo.

Para Neidy, el gusto por el bordado empezó desde que pequeña y las primeras puntadas las aprendió al lado de su madre y con el paso del tiempo fue perfeccionando su técnica.

Aunque su trabajo artesanal es de alta calidad, la mujer tiene pocos clientes debido a que no ha encontrado la forma para ofrecer sus cuadros y darlos a conocer fuera de la zona donde vive pero a pesar de ello hay gente que la busca y llega hasta su puerta para hacerle encargos especiales.

El costo de cada uno de esos cuadros, dependiendo de los materiales y la complejidad para elaborarlos, oscila entre los 10.000 y 16.000 pesos (entre 515 y 830 dólares).


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