La ciencia del éxito



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El éxito depende del cristal con que se mire, y en la ciencia ¿dependerá del microscopio que use el científico? La doctora Ana Cecilia Rodríguez de Romo, historiadora de la ciencia, trató de abordar esa cuestión a través de una investigación que se convirtió en libro y en el que relata las historias de éxito de científicos y cómo cada una de ellas tiene diferentes caras.

¿Eres exitoso? La historia y los científicos responden, publicado por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es un libro que documenta la historia de cuatro descubrimientos científicos que tuvieron resultados distintos para la ciencia y los personajes involucrados.

“Abordo un fenómeno que noté hace tiempo, es decir, estudié cuatro descubrimientos científicos, pero observé que había dos personas que trabajaron con el mismo descubrimiento, pero con resultados diferentes: uno desconocido, otro no; uno que gana el Premio Nobel, el otro no; uno que entendió lo que descubrió, el otro que no; uno que asume el éxito, otro que no”, detalla la investigadora.

Rodríguez de Romo señala que al observar cada uno de los casos asumió que los personajes reconocidos eran los exitosos por sus descubrimientos; sin embargo, al estudiar a cada uno de ellos encontró que el término “éxito” fue relativo en cada circunstancia, y no todos tuvieron la oportunidad de gozarlo por sus trabajos en la ciencia.

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Difusión, ¿clave del éxito científico?

La investigadora, miembro del Departamento de Historia de la Facultad de Medicina de la UNAM, detalla que en su obra se encuentra el caso de Daniel Vergara Lope, un fisiólogo mexicano, quien a inicios del siglo XX buscó refutar la teoría de la anoxihemia barométrica, impulsada por el francés Denis Jourdanet.

El francés planteaba que debido a la altura de la región del Altiplano, el aire de la zona contenía poco oxígeno, lo que afectaba las capacidades intelectuales de los mexicanos que vivían ahí. Vergara Lope documentó que el cuerpo humano se adaptaba a las alturas, tras lo cual propuso la denominada ley de compensación.

Casi 30 años después del descubrimiento de Vergara Lope, un médico peruano, Carlos Monge Medrano, documentó el mismo proceso de adaptación en las alturas; sin embargo, este personaje sí obtuvo el reconocimiento mundial por sus aportaciones científicas.

“Monge Medrano pasa a la historia y no sabemos nada del mexicano, pese a que este descubrió el mismo proceso de adaptación años antes”, relata esta historiadora de la medicina.

La doctora Rodríguez de Romo menciona que en el caso de Vergara Lope y Monge Medrano descubrió, con base en documentos antiguos y registros históricos, que sus personalidades eran distintas: mientras el mexicano era alguien huraño y poco sociable, el peruano era amable y con compromiso social respecto a sus descubrimientos médicos.

“Aquí veo que para tener éxito se necesitan muchas cosas, y unas de ellas, probablemente, sea tener buenas relaciones, una manera adecuada de interactuar con los demás o saber difundir los descubrimientos. Así uno de ellos obtiene, aparentemente, éxito, mientras que el otro pasa al olvido”.

El ejercicio se replica en tres casos más: el de Claude Bernard y Johann Eberle, una historia que trata sobre científicos que no dimensionan sus descubrimientos y otros que inmediatamente entienden el impacto de sus logros y los divulgan; o el testimonio de Santiago Ramón y Cajal y Camillo Golgi, ambos ganadores del Premio Nobel, pero que no asumen de igual manera el potencial de sus investigaciones personales.

La obra es completada por la historia de la italiana Rita Levi-Montalcini y el alemán Viktor Hamburger; en este caso, la científica fue reconocida con el Premio Nobel de Medicina en 1986 por el descubrimiento del factor de crecimiento nervioso, una investigación que realizó en el laboratorio de Hamburger.

Como parte de la investigación para este libro, la doctora Rodríguez de Romo también entrevistó a otros científicos para cuestionar la percepción de éxito que tenían. Los resultados arrojaron que la mayoría de ellos consideraba que tener un reconocimiento profesional en balance con una buena vida personal era lo que percibían como éxito.

“La mayoría me hablaba de una combinación de éxito subjetivo y objetivo, donde por ejemplo tenían un buen salario y la posibilidad de gozar su vida personal. Sea cual sea la modalidad de éxito, parece que una convergencia en la necesidad de lograr un equilibrio es importante”.










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