El Sol, tras apagarse, será un anillo luminoso de gas y polvo interestelar



pk164_caha_1866 Especial|Nebulosa planetaria

El Sol se extinguirá en unos 10.000 millones de años y se convertirá en un enorme anillo luminoso de gas y polvo interestelar conocido como nebulosa planetaria, según un estudio de un equipo internacional de científicos que publica hoy Nature Astronomy.

La transformación en una nebulosa planetaria marca el final de la vida activa del 90 % de las estrellas y la transición de una estrella gigante roja a una enana blanca degenerada.

Sin embargo, durante años los científicos no estaban seguros de que el Sol corriera la misma suerte, pues se pensaba que la masa de nuestra estrella era demasiado baja para crear un nebulosa planetaria visible.

Para llegar a la nueva conclusión, el equipo de expertos desarrolló un nuevo modelo estelar de datos para predecir el ciclo vital de las estrellas y lo usaron para calcular el brillo de la envoltura eyectada de estrellas de diferentes masas y edades.

Cuando una estrella muere lanza al espacio una masa de gas y polvo conocida como envoltura, que puede llegar a tener hasta la mitad de su masa, según explicó uno de los participantes en el estudio, el profesor Albert Zijlstra, de la Universidad británica de Manchester.


Ese comportamiento revela el núcleo de la estrella, que a ese punto se está quedando sin combustible, apagándose antes de morir finalmente, indicó Zijlstra en un comunicado.

Es en ese momento cuando el núcleo caliente hace que la envoltura eyectada brille durante unos 10.000 años y es eso lo que hace que la nebulosa planetaria sea visible.

Algunas nebulosas son tan brillantes, indicó Zijlstra, que pueden ser vistas desde distancias sumamente grandes, hasta decenas de millones de años luz, desde lugares donde la misma estrella habría sido demasiado débil para localizarla.

Los modelos anteriores señalaban que para generar una nebulosa planetaria que fuera visible era necesario que la estrella tuviera al menos dos veces la masa del Sol.

Pero ahora muestran que, después de la expulsión del envoltorio, la estrella empieza a calentarse tres veces más rápido que en los modelos antiguos, lo que hace "mucho más fácil" para una estrella de poca masa, como el Sol, que pueda formar una nebulosa planetaria brillante.










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