Al rescate de las biznagas en Baja California Sur



26272176_144435959678031_2331640906370777088_n Conacyt

Un grupo de investigadores del Departamento de Ciencia Animal y Conservación del Hábitat de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) analiza procesos de germinación de la biznaga (Ferocactus townsendianus), con la finalidad de generar estrategias de conservación.

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Las cactáceas son un componente esencial del ecosistema del noroeste de México, caracterizado por un clima árido. En particular, las biznagas han sido sujetas a múltiples factores como los ambientales, el impacto negativo del hombre y su ganado. En consecuencia, sus poblaciones en estado silvestre han disminuido gradualmente en la región de Baja California Sur.

El profesor e investigador del Departamento de Ciencia Animal y Conservación del Hábitat de la UABCS y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el doctor Ariel Guillén Trujillo, detalló que evalúan el efecto del tiempo de almacenamiento de la semilla en la germinación y sobrevivencia de la plántula de biznaga.

“Dentro de la literatura se dice mucho que entre más tiempo esté guardada una semilla, más bajo es su nivel de éxito en germinación. De tal manera que decidimos evaluar el porcentaje de germinación de la biznaga, conforme el tiempo de almacenamiento”, mencionó Guillén Trujillo.

En 1995, la UABCS realizó plantaciones de especies de flora regionales y endémicas de Baja California Sur, en sus camellones y áreas verdes, entre las que figuran las biznagas.  

De 2000 a 2016, los investigadores de la institución recolectaron semillas de biznaga dentro de las instalaciones universitarias.

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Doctor Ariel Guillén Trujillo.

“En la primera fase de los experimentos probamos la germinación en periodos de cinco en cinco años. Utilizamos semillas almacenadas desde el año 2003, 2004, 2010 y 2013. Efectivamente, corroboramos que en cuanto más tiempo esté almacenada la semilla de la biznaga, disminuyen los niveles de germinación. Sin embargo, si utilizamos otros métodos de escarificación de la semilla —una técnica para acortar el tiempo de germinación de esta—, podremos aumentar el porcentaje de germinación”, señaló Guillén Trujillo.

La recolección de la semilla de biznaga se realizó una vez que el fruto de la cactácea maduró. La pequeña piña fue partida a la mitad, para exponer la semilla al ambiente. Una vez seca, se lavó con una solución de cloro al 25 por ciento, para evitar la adhesión y crecimiento de hongos al momento de almacenarla.

“Seleccionamos 20 semillas de biznagas, las colocamos en cajas Petri con sustratos de papel absorbente. Para cada año utilizamos cinco repeticiones, es decir, cerca de 25 cajas Petri, con 20 semillas cada una. Evaluamos cada tercer día la germinación de las semillas; una vez que germinaban, las sembrábamos y evaluábamos su crecimiento y sobrevivencia”, detalló Guillén Trujillo.

Los investigadores, en fechas próximas, experimentarán con métodos de escarificación químicos, mecánicos y físicos de la semilla de biznaga, para evaluar el probable aumento del porcentaje de éxito de germinación de la semilla.

“La germinación de la semilla fluctuó entre 30 y 60 por ciento en cinco años. La diferencia fue significativa, con relación a la diferencia de años, por ejemplo las semillas de 2003 y 2004 tuvieron baja germinación, en alrededor de 30 por ciento, mientras que las de 2010 y 2013 fueron de alrededor de 60 por ciento. Justamente, el tiempo de almacenamiento de la semilla de biznaga afecta la germinación, la velocidad de germinación y la sobrevivencia de las plantas que germinan”, explicó Guillén Trujillo.

Los investigadores afirman que el cultivo en invernadero de la biznaga, con fines de estudio y conservación, es una alternativa viable y atractiva.

Tan solo una piña o fruto de la biznaga tiene poco más de mil semillas, que en condiciones controladas tienen hasta 80 por ciento de éxito de germinación, es decir, alrededor de 800 semillas que tienen altas probabilidades de germinar para convertirse en plantas aptas para reforestación.

No obstante, en condiciones silvestres, sobrevive alrededor de diez por ciento debido a múltiples factores, como el pisoteo de animales, consumo o extracción de semillas por roedores y pájaros, entre otros.  

De tal forma, que en un periodo de tres a cuatro años, por medio de un invernadero, se podrían producir suficientes cactáceas para llevar a cabo programas de reforestación a gran escala en la región.

Usos tradicionales de la biznaga en comunidades rurales de BCS

El especialista en etnobotánica de plantas silvestres de Baja California Sur, el doctor Juan Fernando Pío León, mencionó que en las comunidades rurales, la biznaga tiene usos alimentarios específicos que conllevan saberes tradicionales desarrollados de generación en generación, cuya práctica gradualmente ha ido en desuso.

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Crédito: Conabio: Ferocactus townsendianus.

La elaboración de dulce de biznaga, por ejemplo, hoy en día es realizada en contadas ocasiones —con fines de autoconsumo—, ya que requiere un laborioso proceso de preparación.

“En la mayoría de las comunidades rurales de Baja California Sur, la elaboración del dulce de biznaga se ha convertido en tan solo una anécdota. Este era una especie de dulce de acitrón cristalizado, que en otras partes de México aún tiene arraigo. Todavía hay gente que lo sabe hacer en la región; sin embargo, este uso está prácticamente extinto porque el proceso de preparación es muy laborioso y las personas deben de tener mucha paciencia”, corroboró Pío León.

Esta especie de biznaga tiene mayor distribución desde el municipio de Loreto hasta el municipio de Los Cabos, en Baja California Sur.

“La flor de la biznaga en su estado de botón es utilizada como un tipo de verdura en guisos. Asimismo, la fruta de la biznaga también es comestible, aunque es ácida y no es muy suculenta, es decir, dulce como una tuna o una pitaya”, agregó Pío León.

En comunidades rurales de Baja California Sur, en la década de los 50 y 60 del siglo pasado, en temporadas de sequía los pobladores cortaban las biznagas, le quitaban las espinas y se la daban de alimento al ganado, con el fin de que sobrevivieran durante el prolongado periodo de sequía. Este era uno de los principales usos de la cactácea en la región.

El uso de la biznaga para alimentación de ganado en épocas de sequía se eliminó con la implementación de programas federales de apoyo a ganaderos en contingencias ambientales.

La biznaga, un planta importante para el ecosistema del desierto

En condiciones silvestres, las biznagas normalmente se asocian con matorrales xerófilos y, de esta manera, aumentan su probabilidad de sobrevivencia.

La estrategia natural tiene la función de proteger la cactácea de la radiación solar de la que son muy susceptibles; las semillas germinan bajo la sombra de los arbustos o árboles. De igual manera, evitan ser aplastadas por animales de mayor tamaño, como bovinos o equinos.

Tienen un crecimiento gradual y en forma de cilindro, en el que en un periodo de cuatro o cinco años llegan a una altura de alrededor quince centímetros.

“Estas plantas crecen muy lentamente, si nosotros encontramos una biznaga de cuarenta o cincuenta centímetros, fácilmente han pasado más de cincuenta años para alcanzar ese tamaño. Aunque usualmente se encuentran ejemplares de hasta alrededor de un metro de altura, con un diámetro de cuarenta centímetros, es sumamente robusta. Cabe destacar que hay muchas especies de biznaga”, finalizó Guillén Trujillo.

Las biznagas son melíferas, por lo que podemos observar cómo se asocian a insectos, como hormigas y abejas, entre otros. Asimismo crecen debajo de mezquites o palo fierros, que son consideradas plantas nodrizas de las biznagas, probablemente estas son retribuidas con algún otro servicio otorgado por la cactácea.










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