A poca distancia del Templo de los Jaguares de la prehispánica Teotihuacan, a las afueras de Ciudad de México, nacieron en cautiverio hace poco más de un mes dos ejemplares de jaguar que han avivado la esperanza por la conservación del felino más grande de América.
Cada día, alrededor de las nueve de la mañana y tras pasar la noche en casa de alguno de sus cuidadores que no les quitan el ojo de encima, las dos crías llegan al parque zoológico Reino Animal, donde nacieron el pasado 19 de marzo.
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