El autoritarismo que se va y la esperanza que se viene



jorgemelendez Eduardo Alvarez|Baja Press|Ilustrativa

El sábado primero de  diciembre será el tan esperado cambio de régimen. Enrique Peña Nieto (quien ya no gobierna hace rato, aunque realiza actos de autocomplacencia  que son grotescos)  entregará la banda presidencial, modificada, a López Obrador (el cual  en estos seis meses ha marcado el rumbo no exento de problemas y controversias).

Este  relevo tan sui géneris, inédito dirían, se debe a que el PRI es un cascarón el cual todavía  se lo pelean algunos, en tanto la fuerza de Morena ha crecido de las elecciones para acá no obstante que en los últimos días ha descendido levemente en su aprobación.

Con todo,  Andrés Manuel llega con más del 60 por ciento de simpatías, en tanto Peña Nieto se va con 20 por ciento de apoyos, la cifra más baja  de un presidente en los últimos 18 años (Fox se despidió con 63 por ciento de querencias y Felipe Calderón con 43 por ciento). Ello se debe a que el de Atlacomulco fue decepcionando en su gestión y al final quedó al descubierto que administró para negocios personales, de amigos y dejó hacer a los gobernadores y otros personajes importantes lo que quisieran con tal de no  incomodarlo.

La decepción, sabemos, inició  al darse a conocer el reportaje   de Carmen Aristegui y su equipo  a propósito de la Casa Blanca, siguió con la matanza de los 43 en Ayotzinapa (la muy publicitada verdad histórica resultó un fiasco) y llegó a un punto muy alto en el Socavón de Gerardo Ruiz Esparza, el tren a Toluca inconcluso y los casos de gobernadores unos en prisión (Javier Duarte y Roberto Borge)  y otros libres pero que pueden caer: César Duarte en Estados Unidos y Humberto El bailador Moreira en nuestro país.

El Pacto por México fue un engaño propagandístico. No cumplió ninguna de sus expectativas. Ni aumento el PIB, ni hubo reforma energética  (sólo la concesión de petróleo a los privados y la debacle en Pemex), ni reforma educativa: en este caso un tercio de las escuelas primarias en las zonas indígenas no tienen baños, aulas, mobiliario y las instalaciones son defectuosas; 21 millones de niños se encuentran en pobreza y miseria.

La violencia en el país aumentó mucho, tanto que el número de asesinatos dolosos será mayor al dejado por Felipe Calderón. Los cárteles se han multiplicado y ahora realizan acciones que antes no eran  tan notorias, como el  huachicoleo, el que se elevó en  ¡752 por ciento! en los últimos años. Los feminicidios son una plaga, ya que nueve mujeres al día son asesinadas. Y la justicia una quimera, pues  decenas de miles de menesterosos están en prisión por robos menores, hay infinidad de presos políticos y mientras tanto los poderosos salen luego de algún tiempo no obstante los latrocinios cometidos, como el reciente caso del ex gobernador de Sonora, Guillermo  Padrés, algo que puede ocurrir con el aparentemente locuaz de Javier Duarte.

En fin, que Peña Nieto destrozó al país, a su partido y dejó heridos por doquier debido a su indolencia, despilfarro, pillerías, acciones que  deja en predicamentos a la economía: la deuda pública subió del 0.4 por ciento del PIB en 2013 al 2.2 por ciento en 2017 y el dólar aumentó en el sexenio que se va de 12 pesos por billete verde a 20.5.

Ante ese panorama, que a veces no se conoce pero se siente en los bolsillos,  no sirvieron  como antes los medios tradicionales para engañar a los ciudadanos. Las redes, benditas, le dieron un amplia victoria a López Obrador. El cual llegó no sólo rotundamente sino que muchos que se le acercaron, incluso de última hora, son en este momento importantes políticos federales o en sus estados.

Con prisa para hacer aterrizar sus promesas,   el tabasqueño ha puesto a legislar rápido a sus Morenos  y efectuó dos consultas para que una serie de cuestiones que le preocupaban salieran adelante. En esta vorágine, hay asuntos que han salido mal como la interesante propuesta de Ricardo Monreal de bajar las comisiones bancarias, las cuales son tan altas que hasta Citibanamex ha dicho  que  se pueden reducir. También ha traído controversia la Guardia Nacional, encabezada por el secretario de la Defensa, Luis C. Sandoval,  la cual es vista con recelo no sólo por especialistas e investigadores, sino incluso por algunos funcionarios del próximo  gobierno. Y las consultas, tan rápidas y sin mayor sustento no han sido tan amplias como se esperaba.

Si a esto le añadimos el caso de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, en dos ocasiones los malditos mercados  (financieros y casabolseros)  han atacado y traído desajustes importantes en la economía. En ambos casos  ha salido el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, a tranquilizarnos con bases sólidas: se manejara el presupuesto responsablemente, tenemos reservas suficientes y no habrá programas excesivos en lo económico.

La más reciente sacudida  fue el 27 de noviembre, ya que la Bolsa cayó 4.17 por ciento (la mayor en cuatro años), el dólar llegó a casi 21 pesos y la incertidumbre privó.

Con todo, hay nuevos vientos y esperanzas.  Andrés Manuel debe ser cuidadoso para no despertar la furia de esa minoría rapaz, con la cual debe y tiene que lidiar

¡Nos vemos el sábado en el Zócalo!


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Jorge Meléndez Preciado

Jorge Meléndez Preciado

Economista de la UNAM, ex-presidente (86-88) de la Unión de Periodistas Democráticos y colaborador en diversos medios de comunicación

@jamelendez44

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